La Covid 19 y la invasión de Rusia a Ucrania han impulsado un proceso inflacionario sin precedentes en el mundo, incluido Ecuador. A junio de 2022 registró la máxima inflación en 7 años, de 4.2% interanual, siendo causal suficiente para un corto margen de subida de impuestos, complicando a una política económica con escasos márgenes de maniobra.

En las principales economías del mundo, los registros inflacionarios se sitúan en récords históricos, alcanzando tasas anuales de 7.8% en Estados Unidos en octubre 2022 (máximo de 9.0% a/a en junio-22) y de 10.0% en la Zona Euro, en noviembre-22 (pico de 10.6% a/a en el mes previo).

Tanto a nivel global como en la región, los bancos centrales han respondido a esta tendencia con subas agresivas en las tasas de interés.

Juan Pablo Ronderos, fundador y socio de la consultora argentina MAP Economic & Business Advisors, presentó un estudio macroeconómico sobre el impacto de la inflación en la economía de Latinoamérica y Ecuador para el 2023.

Ronderos señala que la FED (Banco Central de Estados Unidos) está impulsando el ciclo de subas más agresivo desde los 80, mientras que en América Latina la tasa de referencia ha subido con especial fuerza en Argentina, Brasil y Chile, con incrementos acumulados mayores a los 1,000 bps desde los mínimos prepandemia.

La contracara de la aceleración inflacionaria y de la suba de tasas ha sido una desaceleración significativa de la actividad económica, combinada con una pérdida de poder adquisitivo de los ingresos.

En este marco, algunos gobiernos han adoptado medidas paliativas, como incrementar las subvenciones o recortar impuestos.

Varios países optaron por reducciones temporales en impuestos sobre los alimentos básicos o algunas categorías/productos en concreto (por ejemplo, el pan), como Polonia, Turquía, Bulgaria, Uruguay y Perú.

La economía ecuatoriana también ha enfrentado crecientes desafíos en materia de inflación en 2022, habiendo alcanzado en junio-22 el máximo registro en siete años, de 4.2% interanual. Además, y a diferencia de sus pares regionales, el país no dispone de instrumentos de política monetaria con los que hacer frente a la escalada de precios, dada la dolarización de la economía. En este contexto, las autoridades económicas han determinado subsidios y ayudas a las familias, los cuales fueron financiados con los mayores ingresos provenientes del petróleo, que han permitido a su vez impulsar una mejora fiscal este año (se prevé un superávit de 1.2% del PIB, tras un déficit de 1.1%, en 2021.

Para 2023 se prevé un contexto externo para Ecuador desafiante, con una economía global y regional que perderían impulso de la mano de la política monetaria contractiva aplicada en 2022. La economía mundial solo crecería 2.7% en 2023 (desde 3.2% en 2022), mientras que, por ejemplo, para la compañía aérea Latam se prevé una expansión de apenas 0.8% el año próximo (versus 3.5% esperado para este año).

Para Ecuador se proyecta una desaceleración de la inflación más rápida que en otros países de América Latina, pero la situación social continuará siendo sensible, producto del bajo crecimiento económico (2.1% en 2023, versus 2.5% en 2022).

A priori parece haber poco margen para subir impuestos, dado que esto podría repercutir significativamente sobre la inflación, complicando a una política económica con escasos márgenes de maniobra.

Por ejemplo, si el año próximo el Impuesto de Consumos Especiales (ICE) a las bebidas alcohólicas subiera en línea con el Índice de Precios de Consumo (IPC) general de noviembre-22 (+3.6% interanual), el impacto en la inflación de la suba en bebidas alcohólicas sería de 0.48 puntos porcentuales; equivalentes a 13.1% de la inflación actual y 23.9% de la proyectada para 2023. Además, un aumento de impuestos no parece necesario en 2023, ya que el Gobierno sería capaz de alcanzar un superávit primario sin este tipo de medidas gracias a los ingresos petroleros.

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