“Compartimos tristezas, alegrías, enojos. Ahora compartimos la meta: ser profesionales”, así resumió María Cornejo, tras incorporarse como doctora en Medicina junto a otras 21 compañeras de la Universidad de Guayaquil.
Sus amigas definen a la guayaquileña de 24 años como “entusiasta y líder”. Y eso se evidenció en la ceremonia de imposición de mandiles, que se efectuó el pasado 25 de mayo en el Banker Club.
Pese a su temple, también tiene sentimientos. Prueba de ello es no lograr evitar llorar al recordar al paciente adulto mayor que atendió en el hospital del Guasmo Sur. Padecía de una dolencia crónica en los riñones, enfermedad que no logró superar. “Le daba de comer, hacíamos bromas, pero un día llegué y vi la cama vacía”, expresó María.
Cerca de ella, los galenos Yolanda Garcés y David Correa felicitaban a su hija Ariana, por la meta cumplida.
Para lograrlo, Ariana hizo varios sacrificios, como abandonar hace siete años su natal Huaquillas, en El Oro.
“Claro que fue una etapa complicada, de hacer miles de llamadas telefónicas a mis padres”, comentó Ariana, joven de 26 años que ahora analiza especializarse.
La mesa directiva para la imposición de mandiles la dirigieron los docentes Leonardo Torres, Gisella Ruiz y Yolanda Garcés.
“La graduación es una muestra de que la mujer cada vez es más protagonista en el desarrollo de la sociedad”, remarcó Gisella Ruiz.
La educadora y cirujana de profesión considera que la Universidad de Guayaquil debe ampliar el número de cupos en la carrera de Medicina (hoy sólo de 80), lo que permitirá que cientos de jóvenes logren su meta profesional.