“Por los sueños se suspira y por las metas se trabaja”. No es solo una frase en la cuenta de Instagram de Carla Giler Taylor, sino un precepto de vida que hoy inspira con mayor fuerza a la nueva reina de Durán.

Cuando la joven duraneña tenía siete años, su maestra le preguntó qué quería ser de grande, ella respondió que reina. Ahora, a sus 20 años y luego de “mucho trabajo, constancia y disciplina”, su más grande sueño es una realidad.

Para Carlita, como le dicen sus allegados, la carrera por el título de soberana del cantón ferroviario empezó cuando tenía 16 años, pues desde muy joven aprendió que una “reina no solo es cinta y corona”.

Precisamente, para ser más que eso y dejar su huella en Durán, durante cuatro años tomó clases de oratoria, imagen y pasarela con profesores de alto nivel. Preparación que tuvo tramos difíciles “en los cuales lloré, reí y me decepcioné”. Emociones que hoy le dan la certeza de que su elección no fue cuestión de suerte o casualidad, sino el resultado de años de trabajo y sacrificios.

Ser reina de Durán es un sueño que siempre anhelé, pero también un honor y una gran responsabilidad por la que trabajaré arduamente durante mi año de reinado.

Carla Giler, reina de Durán

Tras su coronación como Reina de Durán 2022, durante la gala del 8 de octubre, Carla tiene una nueva meta: “ser la voz de quienes no pueden ser escuchados”. De hecho, su plan de trabajo contempla proyectos sociales dirigidos a madres jóvenes, adultos mayores y niños.

Paralelamente y por la cercanía de las fiestas de diciembre trabaja junto al municipio en la organización de agasajos navideños para los niños de escasos recursos.

Carla, una modelo profesional, cursa el cuarto semestre de la carrera de Comunicación Social en la Universidad Católica de Guayaquil. Creció dentro de una familia unida y solidaria. Sus padres, Carlos Giler y Julia Taylor, son guayaquileños, pero “yo nací y vivo en Durán”, dice con orgullo.

En las calles su rostro resulta familiar, la ciudadanía reconoce a su reina y aprovecha el momento para pedirle una foto, a la que accede sin dudar, aunque eso implica llegar tarde a un evento, refiere su padre, quien no repara en apoyar a su hija en su nueva faceta.

Como buena duraneña es amante de la fritada y el llapingacho. Su lugar favorito es el Parque Ecológico, porque le trae recuerdos de su familia y de su época de estudiante en la Unidad Educativa Federico González Suárez.

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