En un centro cultural, al que también trasladarían más de 200 mil libros antiguos que están en la Biblioteca Municipal, se convertiría el edificio Patrimonial en el que funcionaba el colegio Ana Paredes de Alfaro, ubicado en las calles Chimborazo y Sucre, centro de Guayaquil.

Tras siete años sin funcionar, el espacio está deteriorado, tanto en su fachada como interior. Por ello, personal trabaja en la limpieza para iniciar con la evaluación estructural y próxima restauración. En el patio principal se han apilado maleza, zinc, palos y demás basura retirada de los salones.

Según María Isabel Silva, directora de la Unidad Patrimonial, la intervención tomaría seis meses. Esto también incluye el estudio de los pisos, pilares, techo y la capacidad de carga. “Hemos identificado filtraciones. Estamos precautelando dejar las baldosas y moldes originales tanto en ventanas, puertas y tumbado”, dijo.

Silva explicó que en uno de los salones está una tarima que será adecuada para realizar eventos de teatro, música y otras actividades culturales. “Queremos revitalizar los espacios del centro de Guayaquil para evitar que se conviertan en grandes bodegas”.

Silva puso como ejemplo el Castillo de Espronceda, el cual está ubicado en el barrio del Astillero, sur de la urbe porteña. Allí se pretende crear un museo en memoria al sector tradicional.

Existen otros espacios que son considerados patrimoniales, pero que son de competencia mixta, es decir, municipal y privado. “Ya estamos trabajando con los dueños de esas edificaciones para establecer acciones”.

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