Tejer los emblemáticos sombreros de paja toquilla es parte de la herencia cultural en la comunidad Checa, Chiquintad, Sigsig y Cuenca, en la provincia de Azuay. La destreza y la creatividad se fusionan para crear verdaderas obras de arte con las fibras de una palmera peculiar.

Las hábiles manos de 22 mujeres y un hombre elaboran este producto, mal llamado como sombrero de Panamá. El grupo lidera la Cooperativa Uniendo Manos Ecuador (Unima), que produce la tradicional prenda con el fin de generar economía y salvar la última generación de tejedores.

Las artesanas producen los sombreros en sus hogares y luego se trasladan hasta la bodega colectiva, donde los artículos se promocionan por el almacén virtual de Unima. En este espacio, las personas pueden elegir diseños modernos e innovadores.

En octubre de 2021, el proyecto nació tras el levantamiento socioeconómico para conocer las actividades del sector. El principal problema que se evidenció fue el trato poco justo a los tejedores, ya que intermediarios comercializan el sombrero por valores altos en tiendas o el extranjero.

La actividad se volvió un trabajo mal pagado, lo que desmotiva a la elaboración y apunta a la desaparición de las últimas tejedoras. «No existe un relevo generacional, de allí la importancia como sociedad y estado, salvaguardar nuestra identidad patrimonial para las futuras generaciones», comunicó la cooperativa.

«Necesitamos comenzar a valorarnos como país. Estamos buscando canales de distribución. Nuestro propósito es exportar el producto. También se proyecta construir una escuela para enseñar la labor», contó René Novillo, presidente de Unima.

En Ecuador existe un reconocimiento para el sombrero de paja toquilla. El 5 de diciembre de 2012 fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Así como existe esta designación, la cooperativa considera que lo adecuado es que sea recíproco con las artesanas que elaboran los productos. La pandemia de Covid-19 tampoco es un impedimento para sacar adelante esta labor.

La cooperativa quiere devolver la dignidad a las mujeres y pagar el precio justo. En este país, le ponemos al sombrero como producto emblemático.

René Novillo, presidente de Unima

Para la elaboración de cada producto, la inversión es de $7 por materia prima y acabados. Se hace un sombrero al día. En la actualidad, las artesanas obtienen ingresos de $25 a $50 que le paga la cooperativa por cada prenda.

La Fundación Municipal Turismo para Cuenca se encarga de gestionar el acercamiento de Unima con hoteleros y el trazado de una ruta integral del sombrero para generar visitas de experiencia y compra del producto.

Historia

Diversas leyendas giran en torno al origen del sombrero 100% ecuatoriano, que actualmente se elaboran en Montecristi, Jipijapa y Pile, en Manabí (Costa); y en Cuenca, en Azuay (Sierra).

Algunos historiadores señalan que se remonta al Periodo Formativo (3.500 A.C.–500 A.C.), representado principalmente por las culturas Valdivia y Chorrera.

La más popular se vincula al expresidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, quien estuvo con el sombrero durante la construcción del Canal de Panamá.

Producción

La materia prima para elaborar los sombreros es la ‘Carludovica Palmata’, comúnmente conocida con el nombre de paja toquilla, que necesita ser cultivada en suelos húmedos y de ello depende el producto final, que a decir de los cultivadores, no sería el mismo si se cultiva en suelos secos con abundantes riegos y abonos.

Es un tubérculo o papa similar a la del plátano. Se cultiva en las partes montañosas de El Aromo, Pile, San Lorenzo y Jipijapa, en Manabí. También hay sembríos en las provincias de Esmeraldas, Guayas y Santa Elena, y esporádicas zonas en la provincia de Morona Santiago (Amazonía).

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