Felipe Israel C. Z. abusó sexualmente de su hija de 3 años. Las pruebas fueron el soporte técnico y jurídico para que el Tribunal de Garantías Penales lo condene a 17 años y 4 meses de privación de libertad.
La fiscal especializada en Violencia de Género, Ximena Mora Heredia, convocó a 12 testigos en la audiencia de juzgamiento. “Mi papá me popa”, dijo la infante, refiriéndose a sus partes íntimas durante la reproducción de un video testimonial.
Según el testimonio de la madre, esto sucedió varias veces en la casa de los padres del agresor durante las visitas de la niña, en Quito. Cada que retornaba a la casa, la menor presentaba cambios de conducta.
El relato de la víctima se fortaleció con los informes de los peritos de trabajo social, psicólogo y médico legista, quienes concordaron en que la niña reveló –de forma espontánea y con sus propias palabras– los sucesos por los que estaba atravesando.
También presentó una sexualidad activada a su corta edad, según narraron la madre, abuela y terapeuta.
Fiscalía exhibió en la audiencia el testimonio de los peritos de Criminalística, que extrajeron información de una memoria extraíble entregada por la madre. Tenía videos y audios de su hija que revelaba el hecho.
Concluyeron que eran auténticos y así se desvirtuó la defensa del procesado, quien aseguró que él nunca estuvo a solas con su hija y que su cuidado durante las visitas estaba a cargo de su nueva pareja y su madre.
La niña y la madre deberán recibir terapia psicológica, según el fallo judicial. Además, los jueces ordenaron que el agresor cancele 60 salarios básicos a la administración de justicia como multa y $1.000 como reparación integral a las víctimas.